La historia del régimen de Bashar al-Assad y su ascenso al poder está marcada por un giro inesperado y una mezcla de ambición, alianzas y resistencia. Desde la muerte de su padre, Hafez al-Assad, hasta la brutal guerra civil que sacudió todo el país, Siria se ha convertido en el epicentro de luchas internas, alianzas internacionales y tensiones regionales. Esta es la historia completa de cómo un sistema autoritario fundado por un dictador experimentado en el poder terminó desmoronándose, dejando atrás una nación dividida y un futuro incierto.
El Ascenso de Bashar al-Assad: Un Giro del Destino
El destino político de Bashar al-Assad fue sellado no por elección propia, sino por un giro inesperado. Hafez al-Assad, el presidente anterior y figura dominante durante casi 30 años, había designado a su hijo mayor, Basil, como su sucesor. Pero Basil murió trágicamente en un accidente de coche en Damasco en 1994. Fue entonces cuando Bashar, un oftalmólogo que vivía en Londres, fue traído de vuelta a Siria, sometido a entrenamiento militar y ascendido al rango de coronel.
Cuando Hafez al-Assad murió en 2000, el Parlamento sirio apresuró el proceso para que Bashar pudiera asumir el poder, reduciendo el requisito de edad presidencial de 40 a 34 años. En el referéndum nacional que siguió, Bashar se convirtió en el único candidato.
El Régimen de Hafez al-Assad y la Centralización del Poder
Hafez al-Assad, un militar de carrera, gobernó Siria con una mano férrea y estableció una economía centralizada al estilo soviético. Durante su gobierno, el país vivió bajo un sistema autoritario en el que la disidencia era severamente reprimida. La imagen del poder autoritario se basó en el nacionalismo árabe y la resistencia heroica contra Israel. Además, Assad padre formó alianzas con líderes religiosos chiíes en Irán y consolidó el poder sirio en el Líbano mediante grupos milicianos palestinos y libaneses.
Bashar al-Assad y su Primeros Años en el Poder
Al principio, Bashar parecía ser el opuesto de su padre. Alto, delgado y con un trato suave y afable, Bashar no tenía experiencia política previa, sino que había trabajado como oftalmólogo en Londres. Junto a su esposa, Asma al-Akhras, una mujer nacida en el Reino Unido, formaron una pareja que parecía ser más moderna y alejada de los adornos del poder absoluto. Vivían en un apartamento modesto en el distrito de lujo de Abu Rummaneh, a diferencia de otros líderes árabes que habitaban palacios.
Durante los primeros años, Bashar intentó llevar a cabo reformas sociales y económicas. Liberó prisioneros políticos y permitió un discurso más abierto en algunos sectores intelectuales del país. Con la “Primavera de Damasco”, surgieron salones donde intelectuales sirios discutían temas culturales y políticos, un lujo imposible bajo el régimen de su padre. Pero esas esperanzas pronto se desvanecieron. La represión gubernamental, mediante la policía secreta, sofocó cualquier indicio de cambio democrático.
La Primavera Árabe y la Resistencia del Régimen
Cuando las protestas de la Primavera Árabe llegaron a Siria en 2011, el régimen de Bashar al-Assad reaccionó con brutalidad. A pesar del deseo del pueblo sirio por más libertad y democracia, Assad desestimó las demandas y las protestas pacíficas se convirtieron en un conflicto sangriento. Se apoyó en su base de poder más confiable: la comunidad alaul, que representa alrededor del 10% de la población y tiene raíces en el islam chií.
Las familias que habían servido a su padre, Hafez al-Assad, continuaron siendo figuras prominentes en el gobierno. Además, Assad fortaleció su poder mediante la clase media emergente creada por sus reformas económicas y la colaboración con comerciantes suníes influyentes.
Reformas Económicas y la Apertura al Sector Privado
Bashar implementó reformas económicas significativas al principio de su mandato. Permitió la entrada de bancos extranjeros, promovió el sector privado y levantó restricciones económicas. Ciudades como Damasco vieron un auge en centros comerciales y restaurantes, y el turismo experimentó un crecimiento notable. A pesar de su relación conflictiva con Israel, Assad mantuvo la línea política de su padre al exigir la devolución total de los Altos del Golan, aunque nunca llegó a confrontarse directamente con Israel.
La Pérdida del Control sobre el Líbano y la División Regional
Uno de los mayores reveses para el régimen de Assad fue la pérdida del control sobre el vecino Líbano, después del asesinato del primer ministro libanés Rafik Hariri en 2005. Siria fue acusada del atentado, lo que llevó a su retirada del Líbano y al ascenso de un gobierno pro-estadounidense en Beirut. Esta pérdida marcó una división más profunda en el mundo árabe entre los bandos suníes (liderados por Arabia Saudí y Egipto) y los bandos chiíes (con Siria e Irán, Hezbollah y milicianos palestinos).
La Caída del Régimen Assad y el Conflicto Actual
La situación escaló aún más cuando el conflicto interno se tornó en una guerra civil prolongada y destructiva. Los grupos rebeldes, liderados por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), lanzaron una ofensiva decisiva en la provincia de Idlib. La operación “Contener la Agresión” permitió a los rebeldes recuperar ciudades estratégicas como Alepo y Homs, mientras el poder del régimen Assad se debilitaba.
La intervención de potencias extranjeras como Estados Unidos, Rusia y Turquía, cada una con sus propios intereses, complicó aún más la situación. Assad, junto con sus aliados internacionales, buscó mantener su poder, pero la realidad era ineludible: millones de sirios se vieron desplazados y las ciudades quedaron en ruinas.
La historia del régimen de Bashar al-Assad es un relato de poder, resistencia y alianzas geopolíticas complicadas. Desde los días de Hafez al-Assad y la economía centralizada al estilo soviético, hasta las reformas económicas de Bashar y la brutal represión interna durante la guerra civil, Siria ha estado marcada por un cambio constante y doloroso. A medida que el régimen de Assad enfrenta su posible caída y el país entra en incertidumbre, lo que queda claro es que el futuro de Siria dependerá tanto del esfuerzo interno por la reconciliación y reconstrucción, como del papel que jugarán potencias extranjeras en los próximos años.
La caída del régimen no solo significa el fin de un gobierno autoritario, sino también el inicio de un proceso complejo para reconstruir un país devastado y encontrar una solución que respete los derechos humanos y garantice el futuro de todos sus ciudadanos. La historia de Siria, entrelazada con luchas internas y alianzas internacionales, ofrece lecciones sobre el poder, la resistencia y el precio de la guerra y la ambición en el complicado escenario del mundo árabe y la política internacional.