OMPP – Organización Mundial por la Paz

Hiroshima y Nagasaki. Un hecho que no se puede repetir

Se cumplen 80 años de los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, dos heridas profundas en la historia de la humanidad. A las 08:15 de la mañana, hora local, Hiroshima guardó un minuto de silencio, recordando el instante en que la bomba “Little Boy” fue lanzada por el avión Enola Gay, causando la muerte de aproximadamente 140,000 personas. Tres días después, “Fat Man” devastó Nagasaki, con un saldo de 74,000 víctimas.

En ambas ciudades, miles de personas se reunieron en ceremonias cargadas de simbolismo: linternas de papel flotando en el río Motoyasu, flores en el cenotafio, y campanas de paz resonando en el silencio. Los hibakusha, sobrevivientes de los ataques, compartieron sus testimonios, muchos por última vez, ya que la mayoría supera los 86 años.

Este aniversario ocurre en un contexto de creciente tensión internacional. Según el Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI), el número de ojivas nucleares activas ha aumentado, y las potencias nucleares continúan modernizando sus arsenales. Líderes como el secretario general de la ONU, António Guterres, y el papa León XIV han advertido sobre el peligro de tratar las armas nucleares como herramientas de coerción.

A pesar del horror, Hiroshima y Nagasaki han renacido como símbolos de esperanza. En mayo, retoños de un árbol de caqui que sobrevivió al bombardeo fueron plantados en la sede de la ONU, como gesto de resiliencia y paz. La memoria de estas tragedias no solo honra a las víctimas, sino que también nos recuerda el imperativo de construir un futuro libre de armas nucleares.

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