El Papa Francisco, aparentemente recuperado de una leve gripe que lo afectó recientemente, dirigió el Ángelus de este domingo desde la ventana del Palacio Apostólico Vaticano. Aunque lucía abrigado bajo su sotana con un jersey de lana, su buen aspecto y tono de voz tranquilizador indicaron su mejoría. Este discurso marcó su retorno a los compromisos públicos luego de una semana de ejercicios espirituales. Francisco no solo impartió la bendición, sino que también abordó diversas cuestiones de actualidad, desde la guerra en Ucrania hasta la crisis climática global.
El Pontífice comenzó recordando con dolor el segundo aniversario del inicio de la guerra a gran escala en Ucrania, lamentando las muchas víctimas, heridos y la devastación que ha causado. Expresó su solidaridad con el pueblo ucraniano y su deseo de una solución diplomática que conduzca a una paz duradera. Además, solicitó oraciones por Palestina, Israel y otras zonas afectadas por conflictos, instando a la ayuda para los más vulnerables.
Francisco también destacó la preocupación por la creciente violencia en el Este de la República Democrática del Congo, pidiendo un diálogo concreto y constructivo para abordar el problema. Mencionó la grave situación de los refugiados en la región, especialmente en la ciudad de Sake, donde los combates han obligado a miles a huir.
La ola de secuestros en Nigeria también fue objeto de su atención, con un llamado al gobierno para tomar medidas que frenen esta alarmante tendencia. Asimismo, envió un saludo a Mongolia, país afectado por una intensa ola de frío que ha tenido graves consecuencias humanitarias, haciendo hincapié en la necesidad de abordar el cambio climático y sus efectos.
El Ángelus del Papa Francisco no solo fue un momento de oración y bendición, sino también una oportunidad para abordar múltiples crisis globales y expresar solidaridad con aquellos que sufren. Su mensaje instó a la acción concreta y la compasión hacia los más necesitados, reflejando su compromiso con la justicia social y el cuidado de la creación. Antes de despedirse, el Papa saludó a un grupo de peregrinos, recordando la importancia del contacto humano y la cercanía en tiempos difíciles.