La vulnerabilidad psicosocial de infantes y jóvenes en situaciones adversas

Participación activa de los infantes durante las sesiones Nota: Niños y jóvenes participan activamente durante una de nuestras sesiones en el orfanato Yolia.
Niños y adolescentes en contextos de vulnerabilidad social (p. ej orfanatos, comunidades de escasos recursos o indigencia), enfrentan desafíos significativos que afectan su bienestar físico, social y mental, limitando sus oportunidades educativas y laborales. Entre las dificultades más comunes se encuentran problemas emocionales y conductuales, tales como inseguridad, agresividad, aislamiento social, dificultades de atención, conductas de riesgo y labilidad emocional.
Tales problemáticas suelen tener origen en ideas desadaptativas moldeadas por los contextos adversos. No obstante, estrategias como el enriquecimiento ambiental y el establecimiento de comunidades que fomentan identidad y sentido de pertenencia pueden tener un impacto positivo en estos jóvenes. Estas estrategias ayudan a resignificar pensamientos disfuncionales y contribuyen a un desarrollo emocional y conductual más saludable, lo que destaca su potencial terapéutico.
El posible impacto neurobiológico de la integración psicosocial mediante talleres
La integración social mediante talleres no solo facilita el aprendizaje, también beneficia el neurodesarrollo infantil. Particularmente, promueve neuroplasticidad, la cual es fundamental para la adaptación cerebral y el aprendizaje mediante el establecimiento de nuevas conexiones neuronales. Actividades como la experimentación y resolución de problemas pueden promover un aumento de la reserva cognitiva asociado a cambios neuroplásticos, mejorando así la calidad de vida de los infantes.
Según un informe del Journal of Adolescence, actividades extracurriculares con un componente kinestésico, mejoran el bienestar emocional en jóvenes, reduciendo sintomatología ansiosa y depresiva. Además, el aprendizaje mediante la práctica fortalece funciones cognitivas como atención, memoria y resolución de problemas, además fomenta resiliencia, pensamiento crítico y sentido de logro, esenciales para un desarrollo integral y bienestar a largo plazo.
Tales beneficios que se han observado de manera cualitativa podrían estar relacionados con cambios neurobiológicos. Se sugiere realizar evaluaciones psicométricas y de neuroimagen para cuantificar el impacto de los talleres. En caso de mostrar efectividad, el modelo podría replicarse como una intervención social adaptable para mejorar el bienestar cognitivo y emocional de niños y jóvenes vulnerables.
La práctica y el dinamismo como ejes fundamentales de la intervención
El aprendizaje activo mediante experiencias directas es clave para facilitar un aprendizaje significativo. En talleres ejecutados se implementaron actividades prácticas y dinámicas, haciendo uso de recursos educativos como libros y microscopios infantiles para enseñar el uso de herramientas empleadas en ciencia. Este enfoque práctico promueve la atención, consolidación del aprendizaje y comprensión de conceptos, superando estrategias pasivas de enseñanza-aprendizaje.
El aprendizaje experiencial fomenta la participación, aumenta la motivación escolar y previene la deserción, especialmente en jóvenes con perfiles depresivos y ansiosos, quienes desarrollan habilidades socioemocionales mientras aprenden. Los talleres realizados despertaron interés por las ciencias y la tecnología, motivando a los niños a explorar estas áreas y considerarlas como futuras oportunidades. Tal enfoque promueve la autoconfianza y un sentido de propósito, preparándolos como agentes de cambio positivo en la sociedad.

Talleres de ciencia y tecnología: un potencial dispositivo de intervención social
Con base en lo anterior se planteó ejecutar una serie de talleres de ciencia y tecnología para niños en orfanatos y comunidades de escasos recursos, incluyendo aquellos en situación de indigencia, con el objetivo de enriquecer su aprendizaje e interacción interpersonal. Los talleres también buscaron ofrecer un espacio donde los niños pudieran redescubrir su potencial y desarrollar nuevas pasiones.
El enfoque del proyecto abarcó tres ejes principales: psicológico, promoviendo indirectamente el bienestar emocional; social, fomentando la inclusión y reduciendo la brecha que los aleja de la ciencia y la tecnología; y educativo, despertando curiosidad y motivación para continuar su formación escolar.
El efecto cualitativo de los talleres sobre los niños
Tras tres años de colaboración con orfanatos y comunidades cercanas, se observó un cambio significativo en la actitud de los niños, quienes pasaron de la apatía inicial a mostrar entusiasmo y participación activa en los talleres. Si bien algunos niños iniciaban inseguros o desinteresados, su participación aumentaba gradualmente, a menudo por imitación de sus compañeros más participativos.
Al finalizar las sesiones, era común que los niños mostraran curiosidad, formularán preguntas y propusieran ideas para futuros talleres, evidenciando un interés sostenido por el aprendizaje. Este compromiso se logró gracias a la diversidad de áreas STEM abordadas y adaptadas a sus intereses, bajo la premisa de «tocar y hacer son las mejores formas de aprender». Los talleres promovieron un aprendizaje práctico y experiencial que motivó a los niños a explorar nuevas temáticas.

Integración social y trabajo en equipo con los niños Nota: Los niños participan en un taller creativo al aire libre, dibujando con gises en el suelo como parte de las actividades de nuestro programa en el Orfanato Yolia.
Conclusiones
Los resultados positivos sugieren que la integración de niños vulnerables a través de talleres de ciencia y tecnología puede actuar como promotor de cambio positivo en los contextos educativo y psicosocial, al fomentar el aprendizaje mediante la exploración. Además, se promovió la construcción de un sentido de identidad y pertenencia dentro de la comunidad. Estas actividades extracurriculares amplían sus horizontes y contribuyen al desarrollo cognitivo y emocional adecuado, favoreciendo la adquisición de recursos intrapersonales que faciliten la funcionalidad en la vida adulta, potenciando la resiliencia y capacidad de adaptación ante adversidades.